JOYA DEL OCÉANO: Cómo nacieron mis primeros atrapaluces hechos a mano con intención

No fue un gran plan. Ni un emprendimiento fríamente calculado.
Fue un impulso, una sincronía, un destello inesperado.
Siempre me gustaron los cristales. Tenía guardados unos octagonales desde hacía años, como quien atesora una idea sin nombre. Los había comprado sin saber exactamente para qué, y ahí estaban, esperando su momento. Porque hay cosas que una sabe que no debe botar, aunque no sepa todavía por qué.
Un día, me encontraba terminando un proceso de terapia psicológica intenso, y en medio de los algoritmos de Instagram comenzaron a aparecer atrapaluces. Luego Pinterest me mostró otros. Y pensé:“¡Pero si esto es fácil de hacer! ¡Si yo sé dónde comprar los materiales!” Era como si el universo me dijera: hazlo. Y lo hice.
Cuando empecé a armar mis primeros atrapaluces no pensaba en vender. Pensaba en la ventana de mis sueños, la que mira al mar.
Esa ventana que no tengo físicamente, pero que vive en mí.
Así nació la colección Joyas del Océano, con tres piezas: Caracola, Medusa y Pulpo.
Eran mi forma de conectar con el agua, con mi infancia cercana al mar, con Yemayá, y con todo aquello que nunca pude expresar con palabras.
Los colgué en la ventana de mi casa y cada vez que los veía moverse con el viento o reflejar el sol, me sentía feliz.
Era una alegría simple, profunda. Me calmaban. Me centraban.
Y sin pensarlo demasiado, subí fotos a Instagram.
Tenía menos de 100 seguidores, pero algo pasó.
La gente comenzó a escribirme, a encargarme piezas, incluso hubo quienes compraron la colección completa.
Y yo no podia creerlo.
Ahí supe que había tocado algo verdadero.
Algo que me motivaba, me relajaba y me hacía sentir útil.
Los atrapaluces no nacieron como negocio, sino como terapia para el alma.
Los creé desde el deseo de hacer, de jugar con mis manos, de ordenar mis tardes, de ponerle intención a la belleza.
Justo en ese momento estaba cerrando una terapia, y sentí que todo encajaba.
Esos cristales me ayudaron a sanar, me devolvieron la calma, me enseñaron a mirar distinto.
Se volvieron mis nuevos lentes para la vida.
Porque eso son para mí los atrapaluces: fragmentos de luz que nos revelan otra manera de ver, de sentir, de habitar el mundo.
🌀 A veces el alma solo necesita una ventana, y un brillo que la cruce.
Te saludo desde el brillo de mis ventanas,
Catalina — Artista intuitiva / Alquimista del alma / Creadora de RAGÂTMA.

Nota: La colección Joyas del Océano fue un capítulo muy especial que solo habitó en LUZELO-Atrapaluces, marca que por ahora ya no existe. Esta colección no está disponible actualmente, pero siempre seguirá viva en mi recuerdo y en la luz que dejó.
🌊 Si algo de lo que conté resonó contigo, escríbeme por Instagram @ragatma.cl Sí, también necesito ese like, ese compartir, ese “yo te compré y aún veo los brillos de mi Caracola”. Porque esta red es mi altar, y se enciende contigo